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Trail Running España

Lo que me da mi entrenador…

17/07/2019
Lo que me da mi entrenador

La escritora Irene de Haro nos envía esta bonita reflexión sobre su experiencia personal con su entrenador que resultó ser mucho más que su entrenador. Te lo contamos

En 2015 conocí a Pablo Castillo.

Conocí a mi futuro entrenador tomando tapas. Era la época del frío, febrero o así, y lo tuve esperando como media hora en la calle, porque yo iba en autobús y la cosa se retrasó. Allí lo tuve en una esquina, aguantando mecha, con su gorro puesto y su plumón de rojo apagado. Cuando aparecí, él no me mostró ningún síntoma de impaciencia. Allí estaba.

Fuimos caminando hasta un pequeño bar de la zona del Zaidín (los que conocen Granada también sabrán de las tapas de la zona, que son inmejorables). Echó a andar. Cojeaba. A mí me sorprendió. ¿Qué te pasa?, pregunté. Su tendón rotuliano le daba problemas. Llevaba, me decía, como seis meses sin correr. Y mira que a él le gustaba aquello de correr.

Aquella conversación…

Recuerdo aquella conversación como una nebulosa alucinada. Y seré muy sincera: me contó cosas tan locas que apenas le creí. Me contó que hacía carreras de cientos de kilómetros, sus periplos en Castellón, en el Aneto, sus salidas nocturnas sin luna con colegas de toda la vida. Me contó que llevaba miles de años corriendo (él corre desde antes de nacer, así eché yo mis cuentas), y que era su pasión. Y no es que yo no le creyera. Es que me parecía simplemente una cosa demente. Exagera, pensé. Eso no hay cuerpo que lo aguante, pensé. Qué locura, pensé.

A los dos años me casé con ese hombre.

No lo debo esconder. Porque todo lo que voy a decir a partir de este momento es elogioso y es verdad.

«Compartir la vida con un corredor, creo que irremediablemente, te hace corredora. De un modo u otro»

Irene de Haro
Irene de Haro

Un día, tras mucho meditar acerca de todas estas cosas que él me contaba, decidí correr. Algo había hecho yo con anterioridad. Pero casi nada. He de decir que soy una persona con gran determinación, pero que de eso de correr, me aburrí. En 2010 hice un 10 K en Berlín, una cosa extraña que me dio por intentar y que me encantó. Pero mi modo de prepararme para aquello consistió en salir todos los días y correr entre 8 y 10 kilómetros. Siempre los mismos. Por el mismo sitio. A las mismas horas. Al mismo ritmo. No hace falta decir que eso no hay quien lo soporte. Que no mejoraba. Que me lesioné. Y que, por supuesto, lo dejé.

¿Qué es eso de correr por montaña?

Cuando años más tardes me topé con Pablo, lo de correr estaba para mí como un poco pasado. Como si hubiera sido algo que ya se hubiera malogrado en mí. Pero la pasión de Pablo, su brillo en los ojos, no me dejaba indiferente. ¿Qué sería aquello de correr? ¿Es tan esencialmente distinto eso de correr por montaña?¿Qué clase de rapto sufre este hombre, que al hablar de sus salidas parece ascender al Parnaso? A qué negarlo, yo quería eso para mí. Y decidí probar. A sabiendas de que me adentraba en un lugar difícil, y que a lo mejor aquello no tenía por qué cuajar en mí…

Pedí a Pablo que me entrenara. Que me pautara. Y él, con toda la paciencia del mundo, construyó lo que hoy soy como corredora. De eso hace ya cuatro años y pico. Comencé a correr con él y… ¿saben qué ha ocurrido? Que ni un solo día de mi vida desde entonces he dejado de gozar de una de las conquistas de mi existencia.

Ahora sí soy corredora

De aquel cero absoluto del que partía, hoy puedo llamarme a mí misma “corredora”. No por mis resultados (si es que no es valorable tener en mi haber una OCC, un Trail de Peñalara, MIM, una Euráfrica… entre otras, y va con humildad el comentario), sino por mi goce personal. Ese que ya nadie me puede robar porque es mío. Porque lo corrido es mío. Lo avanzado es mío. Mi amor es mío. Pero tuve la fortuna de comenzar casi de cero de la mano de mi entrenador. Que me puso en forma con paciencia. Que no quiso quemar etapas que pudieran pasar factura a mi salud ni a mi gusto por correr. Que me puso siempre objetivos razonables. Que ajusta con mimo cada entreno, que escucha cómo son mis sensaciones, que me ajusta la sesión en función de cómo ve mi evolución, que valora mis logros y los siente como propios. Que me acompaña, que me da empuje, alegría, visión, profesionalidad. Que me hace mejorar física y mentalmente. Y que me prepara con tranquilidad, sin falsas expectativas, para retos futuros.

Como antes decía, si hace cuatro años la chica del bar hubiera sabido que ella misma iba a ser partícipe de tanta locura, de tanta pasión, de tantas ilusiones logradas tan solo con correr, se habría caído de espaldas.

Pablo Castillo e Irene de Haro
Pablo Castillo e Irene de Haro

A eso se llega. Pero ojo. Ni solo, ni por tu cuenta, ni con entrenos locos: la pauta de un gran entrenador lo es todo para la meta más importante de un corredor: seguir corriendo para toda la vida.

¡¡NO SEREMOS LOS MEJORES, PERO ENTRE TODOS SOMOS LOS MÁS MOLONES!!

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